martes, enero 20, 2009

La Web de los Güebs

Hoy me he convertido en fan de Paquirrín. He completado un test para saber qué haría yo en una isla desierta (como si pudiese, en mis trayectos diarios, caer en la bonita isla de Robinson Crusoe). He anunciado en la red que he comido lentejas y bonito. La capacidad para convertirnos en exhibicionistas y voyeurs a partes iguales a través del wi-fi es de psicoanálisis. También he visto un vídeo en el que siete majaderos se dan trompazos en monopatín y otro en el que a un pringado le revienta una bengala en el ojete. Finalmente, he añadido a mi lista de contactos a dos compañeros de colegio a los que no recordaba y sobre los que nunca volví a recapacitar hasta que me encontraron en Facebook. He abierto el e-mail y he borrado varias invitaciones al Casino Online, en el que debo tener acumulados unos veinte millones de dólares en bonos de bienvenida. He rechazado la oferta de un vicesecretario africano para compartir los beneficios de una herencia perdida y como hoy tampoco me voy a convertir la picha en un Corvette, me he puesto con los mensajes electrónicos que había recibido. Siete de ellos los he que reenviado a diez de mis amigos para no ser objeto del oprobio divino y otro se lo he mandado a toda mi lista de contactos y a una empleada de Nokia para que me den un móvil con mp3. También tenía una presentación en power point con fotos de paisajes, música mística y frases célebres... Ay, Internet querido, qué estrés me estás causando.
La cantidad de tonterías que circulan por Internet es asombrosa y lo curioso es que hay gente con el suficiente tiempo libre para inventárselas, lo que me sume en la depresiva certeza de que gestiono muy mal mis ratos de ocio... La sublimación de lo banal ha germinado en el mantillo virtual adecuado. Y yo pierdo todos los días un buen rato en satisfacer esta tonta fascinación por lo fútil. Voy a buscar en Google qué tengo que hacer para dejar de depender tanto de Internet.

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