Estoy muy disgustado porque no le hayan puesto una placa conmemorativa a Sor Maravillas. ¡Qué agria disputa es la que se ha llevado la palma de la actualidad política estos días! Si Bono llama hijos de puta a sus compañeros de partido con el tono patibulario que le da su recién estrenada melena, los periodistas se frotan las manos y ya tienen portada para una semana. La crisis da para rato pero a veces aburre, con lo cual es necesario acercarse al vulgo con un conflicto más palpable, comprensible y de tono popular como es el mentar a las madres de los demás.
Alguno debe pensar, porque si no soy incapaz de comprenderlo, que al populacho han de darnos espectáculo, porque si nos hablas de realidades igual nos da por incendiar cosas. Que no es que quiera yo incitar a la piromanía por gusto, pero siempre pensé que el fuego purifica y cierra heridas.
La cuestión es que el circo de la política es un artificio alambicado e inaccesible que oculta un entramado rematadamente sencillo. No soy yo el que con sesudo empeño se lee los periódicos y extrae jugosas meditaciones, pero a veces sospecho que la tomadura de pelo a la que nos someten es un monumento a la idiotez popular.
El mundo no funciona bien y eso a veces se nota. Es como las letrinas que montan en los campamentos de verano. Son agujeros que se van llenando de mierda y cuando huele a cien metros a la redonda los cubren con sosa cáustica para seguir cagando encima. Digamos que la sosa es una cumbre donde los que la han liado parda, ejecutan discursos grandilocuentes de un cuarto de hora y arreglan un desaguisado feroz en un par de días. Taparán el olor durante una temporada, pero al rato volverá a apestar. Mientras tanto, sospecho lo único que han sacado en claro es un magnífico banquete de canapés.
No se preocupen demasiado. Algún día las cosas estarán tan mal que ya solo podrán mejorar.
Felices fiestas.
Alguno debe pensar, porque si no soy incapaz de comprenderlo, que al populacho han de darnos espectáculo, porque si nos hablas de realidades igual nos da por incendiar cosas. Que no es que quiera yo incitar a la piromanía por gusto, pero siempre pensé que el fuego purifica y cierra heridas.
La cuestión es que el circo de la política es un artificio alambicado e inaccesible que oculta un entramado rematadamente sencillo. No soy yo el que con sesudo empeño se lee los periódicos y extrae jugosas meditaciones, pero a veces sospecho que la tomadura de pelo a la que nos someten es un monumento a la idiotez popular.
El mundo no funciona bien y eso a veces se nota. Es como las letrinas que montan en los campamentos de verano. Son agujeros que se van llenando de mierda y cuando huele a cien metros a la redonda los cubren con sosa cáustica para seguir cagando encima. Digamos que la sosa es una cumbre donde los que la han liado parda, ejecutan discursos grandilocuentes de un cuarto de hora y arreglan un desaguisado feroz en un par de días. Taparán el olor durante una temporada, pero al rato volverá a apestar. Mientras tanto, sospecho lo único que han sacado en claro es un magnífico banquete de canapés.
No se preocupen demasiado. Algún día las cosas estarán tan mal que ya solo podrán mejorar.
Felices fiestas.
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