Visto el ímpetu con el que algunos exaltados tratan de apagar la antorcha olímpica, aun saltando con instinto criminal sobre el atleta que la porta con más miedo que orgullo, me pongo a pensar qué es lo que lleva a una persona a solidarizarse con las causas perdidas. No digo que esté mal, qué va, me quito el sombrero ante las personas que entregan su tiempo a defender a aquellos que viven oprimidos y desdichados. Pero ¿quiénes son los menos afortunados y cuáles son los motivos que nos decantan por unos o por otros? A estas alturas, mi duda es ¿merece más compasión un monje tibetano, con su cráneo pelado, su actitud beata y su mística vestida de oro y grana, que un niño negro hambriento y acosado por las moscas? No lo sé, pero aunque los segundos son más dignos de compasión, los primeros se venden mejor.
No quiero pensar que es por autocomplacencia que uno se lanza a la defensa a brazo partido de un monje budista. Yo creo que queda bien. Que es guay. Es una forma guapita de solidaridad. Ahora bien ¿de dónde sale ese ímpetu agresivo que forma barricadas y zarandea autobuses? Pocas veces se ven reacciones así y, honestamente, se echan de menos, sobre todo cuando las causas no son chachis o no están de moda...
Ya sea por los niños de Biafra, por los monjes budistas, por los crímenes de guerra en Irak o por los cocaleros subyugados del altiplano peruano, son estas manifestaciones de respaldo a las causas perdidas las que dan un poco de dignidad a las sociedades dormitantes del primer mundo. Si a todos los desagravios se respondiera con la misma tenacidad, acaso algo cambiase a mejor.
Lo malo y lo triste es que posiblemente el mayor ejemplo de unión y solidaridad que dé este año España sea el respaldo masivo al Chiki-Chiki que, si bien mola mogollón, viene a confirmar que algo no funciona bien en nuestras cabezas. Ojalá me equivoque.
La mayor manifestación registrada en la capital hispalense tuvo lugar cuando la Federación Española de Fútbol quiso mandar al Sevilla a segunda o tercera por el impago de ciertas tasas durante la pretemporada.
ResponderEliminarDicho esto, creo que se puede esperar cualquier cosa del español como ente social... qué le vamos a hacer