lunes, noviembre 19, 2007

Pollas

Llega un momento en el que uno ha de enfrentarse a temores que permanecen enquistados o incluso ocultos (sí, hablo de tamaño). Yo nunca he sido de carácter acomplejado, aunque he tenido que superar algunos obstáculos para llegar a ser tan gili como lo soy hoy en día.
Dado que últimamente recibo una cantidad desorbitada de correo basura, he decidido prestarle atención. Al fin y al cabo responde a una demanda de soluciones a problemas que intentamos mantener en secreto. El correo electrónico ampara con una neblina de anonimato que permite enfrentarse, de una vez por todas, al mayor de los desasosiegos que albergamos los hombres: el tamaño de nuestro pene. No lo digo porque haya hecho un análisis exhaustivo de la situación, sino más bien porque el 90% de estas cartas personalizadas dan soluciones miríficas al agrandamiento de nuestras lamentables pililas. Ya da que pensar el hecho de que estos cirujanos afronten el problema insultando: “Tu picha es pequeña” o “Las mujeres nunca están satisfechas con un falo enano como el tuyo” o el mejor, que considero un auténtico prodigio de la literatura y la perífrasis eufemística: “La masculinidad real es imposible sin una sustancial cantidad de carne varonil”.
Abogo aquí y ahora por entrar en esas páginas y analizar las fotografías comparativas, esas de antes y después, y decidir si lo que realmente necesitas para mejorar tu vida es llevar entre las piernas toda una vitrina de panadería: pasando de la baguette al chusco de cuarto kilo abierto y acabando en la clásica pistola o barra de pan… caliente. Hilarante. La única solución que le veo al asunto de una polla minúscula (usando el argot especializado) es no hacerle caso. Tanto si crees que la manera de cautivar a las mujeres es sacándote el manubrio en público para hacer ostentación, como si piensas que una mujer te va a despreciar porque la tengas chica, has de superar ciertos clichés. La exhibición es ridícula. El rechazo se puede superar si demuestras que tu inteligencia va más allá de los centímetros.
Lo que realmente preocupa es que tantas inquietudes giren en torno a asuntos tan baladíes como éste. Que por otro lado haya tantas personas sedientas de hacer negocio a base engatusar a pobres diablos también es triste desde un punto de vista humano. Que el mundo esté poblado de envidias y complejos asusta hasta al más pintado.
No sé, ciertamente, porqué tengo que darle siempre un giro intelectual a lo que pongo aquí. Quizás sea para dotar de una catadura erudita a las tonterías que se me pasan por la cabeza. Pero no siempre puedo andar enredado en la trascendencia, como dice el César. No desestiméis, en cualquier caso, el correo basura. Al menos, como los complejos analizados en profundidad, siempre puede ser fuente de alguna carcajada. Una risotada casi tan grande como la que yo soltaría si viese tu miembro canijo o tu culo de pandereta.

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