Si hay algo que viene a liberarnos de la opresora carga de consumo navideño son las rebajas. Toda vez que hemos agotado la imaginación y el dinero en regalos inútiles, podemos descansar comprando más objetos estúpidos, esta vez para consumo propio. Resulta gratificante ahorrarse, tras aplicar la disciplina de la paciencia, cinco euros en algo que nunca hemos necesitado. Tan cierto es esto como que no es lo mismo acumular polvo sobre un mueble viejo que, por ejemplo, sobre la flamante caja de un detector de movimientos. Vendían uno muy barato el otro día. No lo compré porque no me veía pasando por delante de él una y otra vez para amortizar una bombilla que se enciende cuando te descubre merodeando. Pero sigo preguntándome si no he desperdiciado una oportunidad única e irrepetible.
Ahora bien, el negocio más sorprendente que he visto nunca es el que ha aparecido este mes en algunos medios de comunicación. Una empresa visionaria ha comprendido que es mucho más rentable la idiotez que cualquier bien tangible y se ha dedicado a dividir la luna y a venderla por parcelas. Lo ponen fácil. Si no encuentras esa corbata que no necesitas, si los jerséis de saldo no te convencen porque ya traen pelotillas, o si cualquier bicoca innecesaria no sacia tus ganas de gastar más y más, ahora tienes la oportunidad de convertirte en alegre propietario de un terrenito en la luna por apenas cuarenta dólares el acre. No sé cuanto es un acre, pero suena bien y es baratito. Además no hay problemas de aparcamiento. Y hay buenas vistas.
Mi abuela no sabía contar, pero cuando soltaba unas monedas tenía claro que recibía algo a cambio. Quizás es que tenía tan poco que no era capaz de dar dinero si a cambio no podía tocar lo que compraba. Ahora ya estamos a otro nivel, adquiriendo lo intangible. Compras la idea de poseer una casa, pero la casa es del banco. Pagas por tener más megas en el ADSL, capacidad que misteriosamente dictamina quien te la vende. La música se valora de repente por lo poco que ocupa más que por sus acordes. Optas entre el Blue-Ray el HD-DVD, Wap o 3G, mp3 o aac, div-x o wmv… Siglas. Cambias el televisor digital por el analógico, sin reparar en que los programas apestan tanto si vienen en hertzios como en ceros y unos. ¿Es la porquería más aparente si se camufla en código binario?Espero que llegue el día en el que nos cobren por nada. Honestamente, casi no me importa, porque ahora ya venden humo con cáscara. Así quizás nos percatemos de que nos han timado. Y aunque yo también vivo en este vórtice de tontería hueca, he tenido una idea que me apetecía compartir: Recostarse sobre la hierba húmeda es gratis, pero muy relajante. Pasear descalzo por la playa no cuesta dinero, pero es evocador y terapéutico. Y observar la luna, aunque no tengas una parcela en ella, puede llegar a ser muy entretenido y romántico. Leer, pensar o conversar son actividades edificantes. Estas cosas no pasan de moda, no necesitan actualizaciones y todavía no cobran por ello.
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Hola
ResponderEliminarSoy Begoña, del curso de literatura de los jueves. Estoy leyendo tus artículos y me parece que están muy bien. Me ha gustado mucho el de la inmobiliaria, me ha parecido muy chula la idea del sueño y que te hagan pagar la hipoteca de la casa soñada. Una imagen muy buena de la angustia de pagar al banco cada mes unas cantidades propias de un casoplón pero viviendo en un cuchitril (así me siento también). Podías aplicar más ese estilo y los artículos. Es sólo mi opinión. Nos vemos.