Para implorarle que vuelva a casa, ha caminado
hasta el hotel donde ella vive ahora. Previendo que alguna noche, borracho, la
llamaría, se cortó la lengua para no poder hablar. Cuando pensó en mandar una
carta, se cortó las manos para no escribirla. Hoy se le ocurrió ir hasta allí y
pedirle que regrese. Como no tenía manos, no ha podido cortarse las piernas.
Como no tenía lengua, no pudo pedirle a nadie que se las cortase. Así que ahí
está, frente al hotel, dando brincos y haciendo unas morisquetas ridículas que
nadie entiende y reafirmando a su exmujer en la decisión de haberle abandonado.
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