martes, octubre 20, 2009

Antiabortistas

Hace unos días coincidieron dos manifestaciones:

La primera, aparentemente, caminaba en contra de la ley que regula el aborto. Digo en apariencia porque terminaron confundiendo las iniciativas y lo que empezó siendo una defensa particular de la vida acabó por ser un grito (casi) unísono a favor de la destitución de un gobierno. Los ánimos inflamados hacen decir tonterías. Ahora bien, los que se manifestaban en contra de una ley que no obliga, sino que regula, deberían saber que el mismo hecho de manifestarse está codificado por la constitución desde 1976. Antes también lo estaba, pero bajo el criterio del caudillo, lo cual da idea de la labilidad del derecho, sometido a una parca visión fascista y abstrusa, además de a un férreo control policial que te ponía en tu sitio a base de palos. Tuvo que hacerse una ley que mirase por el derecho de decir lo que a uno le da la gana.

Clama al cielo que tanta gente se pronuncie acerca de una ley que no somete a nadie, sino que amplía los horizontes de la libertad. Acaba uno sospechando que se topa con déspotas intransigentes y cortos de miras. Aquellos que piden por la vida de los fetos, se empeñan con ahínco en negar la libertad de los ya nacidos. Esa era la segunda manifestación, una a favor de los derechos de los inmigrantes de los que nadie se acuerda cuando ya no hay más ladrillos que colocar.

Don José María Aznar, feliz al frente de la primera manifestación, pugnaba por la vida de los nonatos, de los que no tienen razón, ni pueden respirar, trabajar o pagar impuestos. Sin embargo, no le dolieron prendas cuando nos embarcó en una guerra ilegal en la que han muerto cientos de miles de civiles que ya tenían una VIDA. Además, lo hizo tras desoír a otra clamorosa multitud que le pedía que no lo hiciera. Son las contradicciones del poder y del afán por hacer historia sin pedir perdón, las licencias propias del que habla con la tripa llena y con la certeza de que sus hijos van a poder ir a colegios de pago.


2 comentarios:

  1. El problema para mi radica en que la gente tiende a pensar que el que no actúa como uno mismo cree y lo hace de forma diferente o desconocida es siempre con la premisa de hacer el mal por bandera y con el maligno como motor ya que cada vez más población (de cualquier color) asume que sólo existe un “camino recto”. El propio. Los anti-abortistas tienden a pensar que las mujeres que abortan son seres despreciables, malignos y sin valores éticos a los que no les duele en prenda cometer un asesinato sin pararse a pensar en que muy probablemente la inmensa mayoría de mujeres que tienen que pasar por el penoso trance de abortar preferirían no tener que hacerlo. En otro ambiente más racional y sensato hasta se podría hablar de “diferencias de matiz entre anti-abortistas” (porque no conozco a nadie que esté a favor del aborto como si se tratase de animar al FC Barcelona) pero eso no comulga con el código binario que profesa el capitalismo ni con las cuestionables enseñanzas de las religiones (desgraciadamente todas) que llevan desde que el mundo es mundo distinguiendo entre buenos y malos, premiando y condenando según unos criterios que la mayoría de las veces distan mucho de ese músculo que tenemos los humanos sobre los hombros y que nos hace diferentes de por ejemplo una lombriz: el cerebro.

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  2. Se da el maniqueísmo con una frecuencia asquerosa en cada debate que surge en estos tiempos. Yo, por motivos editoriales, me tengo que sujetar en los 2000 caracteres. Si no, empezaría a plantearme tantas preguntas que al final no podría llegar a ninguna conclusión.
    ¿cerebro? está sobreestimado este órgano...

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