Esta mañana me he topado con mi jefe. Son las ocho de la mañana y mi jefe llega sudando y pasándose el antebrazo por la frente.
- Es horrible esta humedad - afirma.
Ya lo sé. Me lo han dicho un montón de veces. Pero quiero darle un giro a la conversación, volver a sacar lustre a unas palabras que yo creía muertas. Me acuerdo de Radmunsen. Así que le respondo:
- Señor Mochuelo, sí que es horrible la humedad. No sólo por este sudor imparable, por este bochorno pegajoso, por esa horrible sensación de ahogamiento. Odio la humedad a la hora de follar, y cuando después de terminar me intento liar un canuto y se me apelmaza el tabaco... Pero cuando más detesto esta sensación de mojado por todas partes es cuando intento prepararme unas rayas de cocaína. Es que no hay manera. Y a todos mis amigos les pasa igual. Todos coincidimos en que es la más terrible consecuencia de la humedad.
El Señor Mochuelo ha dejado de sudar, está blanco pero mantiene esa mirada escrutadora suya. Y dice:
- Eres un depravado. Resultas peor de lo que suponía. Voy a intentar que te echen de esta empresa cuanto antes. Por todos los medios. Por mí, como si te vas ya. Eres una mierda.
Y yo con estos pelos.
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